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Transporte de petróleo en Ecuador suspendido por lluvias fuertes

El Gobierno de Ecuador ha anunciado la suspensión total del transporte de petróleo crudo a través de sus principales oleoductos, tras los graves daños causados por las intensas lluvias que han azotado varias regiones del país. La medida afecta directamente a dos infraestructuras estratégicas: el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), encargados de movilizar la mayor parte del crudo ecuatoriano desde los campos petroleros de la Amazonía hasta los puertos de exportación en la costa.

Se tomó la decisión después de identificar hundimientos y deslizamientos de tierra en la región de Piedra Fina, una área históricamente susceptible situada en la provincia de Napo. Esta zona ya había enfrentado previamente emergencias parecidas que ponen en riesgo la integridad de los oleoductos. En este caso, el incremento del flujo de los ríos y la saturación del terreno a causa de las lluvias causaron nuevas fallas geológicas, lo que requirió la detención preventiva de todas las operaciones de transporte.

El Ministerio de Energía y Minas comunicó que la acción es provisional, aunque no indicó un plazo específico para reiniciar las operaciones. Las autoridades han puesto en marcha procedimientos de vigilancia constante en la región afectada y están colaborando con grupos técnicos para evaluar los daños y desarrollar opciones que aseguren la protección de la infraestructura y el entorno natural.

La paralización de los oleoductos representa un duro golpe para la economía del país, cuyo presupuesto nacional depende en gran medida de los ingresos por exportación de hidrocarburos. Ecuador produce alrededor de 480.000 barriles de petróleo diarios, y más del 60 % de esa producción es exportada. La suspensión del transporte interrumpe la cadena logística desde los campos hasta los puertos, afectando también a las operaciones de comercialización internacional.

En reacción a la crisis, las compañías encargadas de los oleoductos han comenzado procedimientos para retirar el petróleo restante en las tuberías, con el objetivo de evitar potenciales fugas o incidentes. Además, se han puesto en marcha planes de contingencia en los sitios de bombeo y almacenamiento para reducir los efectos operativos y ambientales.

Al mismo tiempo que se realizan acciones técnicas, las autoridades han iniciado conversaciones con las comunidades residentes en el área afectada, muchas de las cuales han mostrado inquietud por el peligro de desastres naturales, la contaminación y los impactos en sus medios de subsistencia. Las precipitaciones también han causado interrupciones en las vías, inundaciones y perjuicios en los cultivos, agravando la situación de vulnerabilidad en diversas zonas de la Amazonia.

El fenómeno climático ha reabierto el debate sobre la fragilidad de las infraestructuras críticas en áreas geológicamente inestables, así como sobre la necesidad de invertir en tecnología, mantenimiento preventivo y diversificación energética. Expertos han advertido durante años sobre la exposición de los oleoductos a eventos naturales recurrentes, especialmente en sectores de alta pendiente y suelos frágiles como Piedra Fina.

A raíz de la emergencia, se ha planteado la posibilidad de recurrir al transporte terrestre temporal mediante cisternas, aunque esta solución es costosa, limitada en capacidad y riesgosa en términos ambientales. Mientras tanto, las exportaciones quedarán suspendidas o reducidas, lo que también podría tener un impacto en los compromisos internacionales de suministro.

El Ejecutivo ha indicado que lo fundamental es asegurar la protección de los ciudadanos, el entorno natural y los empleados del sector petrolero. La interrupción persistirá hasta que se certifique la firmeza del suelo y el funcionamiento de los ductos de petróleo. Simultáneamente, se pretende agilizar las evaluaciones técnicas para crear rutas alternativas o fortalecer las actuales, lo que podría implicar inversiones significativas a medio plazo.

La situación se desarrolla en un momento crucial para la economía de Ecuador, caracterizado por la urgencia de estabilizar las cuentas del gobierno, fomentar la inversión y mantener el desarrollo económico. La interrupción en el flujo de petróleo crea dudas sobre los ingresos fiscales previstos y podría forzar al gobierno a reevaluar sus proyecciones presupuestarias y de exportación para lo que queda del año.

Por Alice Escalante Quesada